lunes, 10 de marzo de 2014

Luna


Con su sombrero y sus gafas era otra. Se estaba planteando las cosas. Una vez más. Pero disfrutaba con su vida, a pesar de que no le gustaba su casa, ni sus compañeros, ni las moscas del contenedor, ni el horrible hedor que salía de la nevera cada vez que la abría. 

Vivía en una residencia al sur de París llena de ingenieros. Al principio la idea le había resultado tentadora. “A lo mejor conozco a alguien interesante”, se decía. Pero lo único que conoció fue la capa de mugre que cubría las paredes de su habitación. 

Esa semana tenía clase de fotografía y tenía muchas ganas de revelar la foto que le hizo a un perro en frente de Notre-Dame. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario