Los días empezaban a ser más largos, pero el frío todavía se
notaba en los pañuelos que llevaba en el bolso. Se los había regalado su madre
diciéndole “hija, si te sientes muy mal, coge un cuaderno y escribe; y si
quieres llorar, utilízalos”.
A las siete de la tarde decidió ir a comprar porque no quería seguir encerrada pensando. Era una mala semana, o quizá un mal mes. No lo sabía porque el tiempo estaba pasando demasiado deprisa; las semanas volaban dejando buenos y malos recuerdos. Sí, era una mala semana. Cuando llegó al supermercado, estaba cerrado. “¡qué país este!¿cómo me cierran a estas horas?”. Tenía que comprar champú y tomates, y se sentía sola.
A las siete de la tarde decidió ir a comprar porque no quería seguir encerrada pensando. Era una mala semana, o quizá un mal mes. No lo sabía porque el tiempo estaba pasando demasiado deprisa; las semanas volaban dejando buenos y malos recuerdos. Sí, era una mala semana. Cuando llegó al supermercado, estaba cerrado. “¡qué país este!¿cómo me cierran a estas horas?”. Tenía que comprar champú y tomates, y se sentía sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario